“Sólo quería llegar a los barcos”, por Liza Pozzi
June 11, 2025
Sólo quería llegar a los barcos. Siempre el agua había sido un lugar de refugio y cuando
debí decidir qué iba a estudiar elegí abogacía porque en esa carrera había una materia que
incluía el Derecho Marítimo. Así, a la par que estudiaba qué era una persona desde el punto
de vista legal, acudía de oyente a una de las últimas materias de la carrera, ratificando en
cada clase el por qué estaba ahí.
Soy de una ciudad neurálgica de la Hidrovía Paraguay-Paraná (como lo es Rosario) por lo
cual los buques y convoyes conviven con nosotros. Con los años, por una decisión
personal, me fui a vivir a Buenos Aires; pasado un tiempo comencé a trabajar primero
como una ayuda -y luego ya definitivo como abogada-, por suerte con Jorge Radovich,
haciendo que los buques (o mejor dicho, sus problemas) sean mi vida cotidiana.
Si bien el derecho marítimo ha sido por años muy cerrado y no es sencillo ganarse un lugar,
con la perseverancia y el trabajo se va logrando de a poco hacer camino. También es cierto
que resulta fundamental que las personas que te rodean te permitan crecer, el que está a tu
lado puede ser un obstáculo mucho más duro de atravesar que los prejuicios externos,
lamentablemente eso lo pasé pero también pude alejarme. Es extraño, pero con los
tripulantes he encontrado una naturalidad que en tierra no, en mi experiencia, cuando
aborda un abogado el temor pasa más por la profesión que por el género, por lo que es
necesario tomarse un instante en explicarles que se está ahí para defenderlos. Luego, es
mostrarles la profesionalidad en la dinámica del trabajo y que puedan percibir que se
comprenden aspectos técnicos, ese es el mecanismo que permite que se vayan abriendo,
generar la confianza es el punto de partida.
Quizás sí es cierto que comentarios sobre algo puntual que figura en un manual de un motor
de un buque en nosotros resulte llamativo en contraposición a si lo realizara un hombre,
pero es por eso que debemos luchar por la formación y porque el conocimiento nos siga
abriendo camino.
Con los años cada vez hay más mujeres en los distintos sectores que hacen a nuestro ámbito
por lo cual la interacción es más abierta pero no por ello hay que dejar de probar de manera
casi constante por qué uno está sentado en la silla que ocupa, como todos.
En tal sentido, una de las cosas que hoy disfruto y defiendo es dar clases. Gracias a mi
formación puedo revertir prejuicios, recelos y disfrutar mi profesión. Entonces, hay que
devolver tratando de que otros puedan cimentar sus bases.
Este ámbito es maravilloso, no hay nada mejor que estar en puerto, astilleros o a bordo y
sentir que con el trabajo se logra que se siga navegando, pero hay que formarse para ganar
el respeto, hay que eliminar los propios prejuicios que nos limitan y rodearse de personas
generosas, ya sea en el trato como intelectualmente, porque la igualdad se debe generar
desde adentro para que se refleje en el afuera.
En abogacía había una materia que trata el Derecho Marítimo; hoy sobre mi escritorio hay
muchos barcos.
